Sala de columnas - El cerebro nos engaña

Autor

PEDRO G. CUARTANGO

El cerebro nos engaña

LOS GRIEGOS pensaban que el pensamiento residía en el corazón. Fue Galeno el que lo situó en el cerebro. Muchos siglos después, este órgano sigue siendo un gran misterio. Hoy sabemos que está formado por billones de neuronas interconectadas entre sí por misteriosos circuitos donde residen la inteligencia y la memoria, pero todavía ignoramos cómo se forman los recuerdos o por qué somos capaces de realizar una compleja operación aritmética. En realidad, el cerebro es una caja negra en la que nadie ha podido entrar.

Los científicos que lo han estudiado han llegado a la conclusión de que más del 95% de nuestra actividad es inconsciente. Respiramos, nos movemos y pensamos sin darnos cuenta de ello. Incluso actividades como vestirnos, conducir un coche o escribir a máquina son puramente intuitivas. Yo ignoro dónde están las letras del teclado, pero estoy escribiendo este artículo sin mirarlas. ¿Cómo se explica?

Siempre he pensado que los sentimientos y los deseos pesan mucho más que las razones en la conducta humana. Esto ha sido corroborado por los trabajos del psicólogo Daniel Kahneman, que analiza cómo las decisiones más puramente racionales tienen una motivación irracional.

Esto no es necesariamente malo porque el cerebro ha acumulado la experiencia de la evolución de la especie durante millones de años, algo que está grabado en nuestro ADN genético y que nos ayuda a sobrevivir. En cierta forma, el cerebro funciona de manera autónoma y nos gobierna incluso contra nuestra voluntad. Descartes ya se planteó la posibilidad de que la independencia de nuestra razón fuera un engaño de los sentidos. Y Hume se preguntaba cómo puedo estar seguro de ser yo la misma persona que la de hace diez años.

Estas reflexiones son un tanto retóricas, pero lo cierto es que nuestro cerebro es el producto de la evolución y, por tanto, se ha ido desarrollando en función de nuestras necesidades de adaptarnos al medio y de sobrevivir. Ello nos conduce directamente al problema de la libertad. ¿Existe el libre albedrío? No tengo una respuesta concluyente, aunque en mi fuero interno tengo la sensación de que sí he sido libre en mi vida cuando he tomado las decisiones más importantes. Tal vez porque el gran salto de nuestro cerebro es precisamente que podemos elegir entre varias opciones, una anomalía en el orden natural que nos rodea.